jueves, 5 de noviembre de 2015

Freak Shows

Mademoiselle Gabrielle
Como "coleccionista" de oddities, unos de mis temas favoritos son los freak shows y la belleza de lo grotesco abordada desde un punto de vista puramente estético, sin entrar en eternos y manidos debates morales.

Después de un "aburrido" Renacimiento de barbies pálidas de cabello rubio, ojos azules y frentes amplias, el Barroco da una vuelta de tuerca al concepto de belleza y comienza a contemplar lo feo y lo grotesco como canon estético. Así, a mediados del siglo XVI los freak shows se incorporan a los espectáculos itinerantes, primero en Inglaterra y luego en el resto de Europa.

Rarezas biológicas como personas con alteraciones genéticas y otras dolencias -enanismo, gigantismo, obesidad, delgadez extrema, hirsutismo, intersexualidad, policefalia, siameses, amputaciones...- eran exhibidas junto a rarezas étnicas, personas con inusuales capacidades físicas y otras extravagancias, como individuos extremadamente tatuados o musculados o personajes con el cabello o las uñas excesivamente largas.
Lazzaro Colloredo

Unos de los primeros freaks en  alcanzar la fama fueron Lazzaro Colloredo y su hermano siamés Giovanbattista, quienes se exhibieron en la corte de Carlos I de Inglaterra a mediados del siglo XVII. Los contemporáneos de los siameses describían a Lazzaro como un hombre cortés y apuesto pese a que de su pecho sobresalía el tren superior y  la pierna izquierda de su hermano parasitario, que colgaba inmóvil, con la boca abierta y los ojos cerrados. Un médico danés de la época escribió que cuando alguien presionaba el pecho de Giovanbattista, éste movía las manos y la boca.

El siglo XIX y los comienzos del capitalismo y el marketing de masas hicieron que los freak shows se convirtieran en un negocio sumamente rentable, sobre todo en Inglaterra y Estados Unidos. Además, el XIX fue un siglo de grandes avances científicos y médicos, por lo que la gente desarrolló cierta curiosidad por las rarezas médicas que, aparentemente, no tenían explicación. Por ello, los freaks shows comenzaron a concebirse no sólo como un espectáculo sino también como una especie de punto de encuentro para científicos, como biólogos o médicos, que estaban interesados en estudiar las diferentes condiciones congénitas que padecían algunas de las personas exhibidas.

Charles Stratton y Lavinia Warren
El mayor impulsor de este tipo de espectáculos en los Estados Unidos del siglo XIX fue Phineas Taylor Barnum, conocido tanto por sus exhibiciones como por sus fraudes. Así, en 1842 presentó el que sería su primer gran éxito y engaño: la supuesta sirena de Fidji, que no era sino la parte superior momificada de un mono unida a la cola de un pez. Posteriormente, Barnum descubrió a Charles Stratton, un niño de cuatro años con enanismo que pasaría a ser conocido como «General Tom Thumb». Stratton había dejado de crecer a los seis meses de edad, momento en el que medía 64 cm y pesaba 6,8 kg, aunque a lo largo de su vida llegó a crecer lentamente hasta los 102 cm. Gracias a su talento natural -y a duras lecciones- el niño aprendió a comportarse como un hombre y a imitar a diversos personajes, como a Napoleón. A los cinco años comenzó a beber vino para deleite del público y, a los siete, a fumar.

Lavinia y Minnie Warren
Stratton no fue la única persona con enanismo exhibida en el show de Barnum: junto a él estaban George Washington Morrison Nutt (conocido como Commodore Nutt) y las hermanas Lavinia y Minnie Warren, En 1863, Stratton se casó con Lavinia y, la fama de ambos era tal, que el presidente Lincoln y su esposa organizaron la recepción de la boda en la Casa Blanca. La pareja tuvo una hija que murió a muy corta edad y, a lo largo de sus vidas, lograron amasar y gastar una gran fortuna. En 1883 Stratton falleció a los 45 años y, dos años después, Lavinia se casó con otro hombre con enanismo: el italiano Count Primo Magri, con el que apareció a la edad de 73 años en la película The Lilliputian's Courtship (1915). A su muerte en 1919 fue enterrada junto a su primer esposo.

Minnie Warren también se casó con otro enano de la compañía de Barnum, Edward Newell, en 1877. En 1878 dio a luz a un niño de estatura normal y, tanto ella como el bebé, murieron a las pocas horas debido a complicaciones.

El homólogo de Barnum en Inglaterra fue Tom Norman, famoso por exhibir en 1884 a Joseph Merrick, el célebre Hombre Elefante, que padecía síndrome de Proteus. Sin embargo, por esta época, los freaks shows comenzaron su ocaso ya que la opinión pública respecto a estos espectáculos había empezado a cambiar y se empezó a considerar indecente exhibir seres humanos con malformaciones genéticas.

Chang y Eng Bunker
La mayoría de los freaks exhibidos son recordados por sus rarezas físicas y por sus dramáticas historias; pero Chang y Eng Bunker, además, son los responsables del calificativo siamés en alusión a los gemelos que nacen unidos, ya que eran oriundos de Siam (actual Tailandia, Camboya y Laos). Chang y Eng nacieron en 1811 cerca de Bangkok unidos por el esternón y, aunque compartían el hígado, el resto de sus cuerpos era totalmente independiente y sano. En 1839, mientras estaban de gira por Carolina del Norte, compraron una granja de 110 acres y, determinados a llevar una vida normal, se asentaron en su pequeña plantación. En 1843 se casaron con dos hermanas, Adelaida y Sarah, con las que vivieron en su plantación compartiendo una cama para cuatro. Sin embargo, con el tiempo, sus esposas comenzaron a llevarse mal y se vieron obligados a comprar otra casa y a pasar alternativamente tres días con Adelaida y tres con Sarah. En 1870 Chang, que era alcohólico, sufrió un derrame cerebral que fue deteriorando su salud hasta que falleció cuatro años después mientras dormía; aunque a Eng, que estaba sano, se le propuso una operación de urgencia para separarlo del cadáver de su hermano, éste rechazó la propuesta y falleció unas horas después. Los gemelos fueron padres de una gran prole -Chang y Adelaida tuvieron once hijos y Eng y Sarah diez-, por lo que se calcula que actualmente sobreviven unos 1500 descendientes suyos.

Otras siamesas famosas fueron Daisy y Violet Hilton, nacidas en Sussex (Inglaterra en 1908). Su madre era una camarera que las rechazó nada más nacer y su jefa, Mary Hilton, que la había ayudado en el parto se hizo cargo de las niñas con el objetivo de explotarlas comercialmente. Las gemelas nacieron unidas por la pelvis y los glúteos y, aunque no compartían ningún órgano, compartían la circulación sanguínea. Daisy y Violet comenzaron a ser exhibidas a los tres años, primero por Europa y Australia y finalmente por Estados Unidos.

Daisy y Violet con los Meyers
En su gira por Estados Unidos, Mary Hilton falleció en 1926 y las siamesas quedaron bajo la custodia Edith Meyers y Meyer Meyers, la hija biológica de Mary Hilton y su esposo. Las muchachas eran maltratadas por el matrimonio cuando no hacían lo que querían y las mantuvieron alejadas del público mientras les enseñaban a tocar jazz. Violet logró tocar con destreza el saxofón y Daisy el violín. Posteriormente, fueron representadas por el agente de espectáculos William Oliver, con el que se embarcaron en una gira circense de enorme éxito.

En 1931, Daisy y Violet denunciaron a su manager y pidieron la anulación del contrato. En el proceso, salió a la luz que Oliver abusaba de ellas y fueron compensadas con 100.000 dólares por daños. Además, los Meyers fueron acusados de lucro indebido y de sobreexposición. Tras el juicio, las hermanas se convirtieron en ciudadanas estadounidenses y se pasaron al mundo del vaudeville. En 1932 aparecieron en la película Freaks. En 1933 Violet se enamoró de un músico y quiso casarse con él pero ningún estado quiso legalizar la boda alegando motivos morales y religiosos. Finalmente, en 1936 lograron casarse en New York y Daisy se casó en 1950, aunque ambos matrimonios fueron breves. Hacia 1960 las gemelas estaban en la más absoluta indigencia y fueron acogidas por el dueño de una tienda de comestibles que las empleó y comenzaron a vivir en un pequeño remolque. Finalmente, el 4 de enero de 1969 fueron encontradas muertas en su remolque víctimas de la gripe de Hong Kong. De acuerdo con la autopsia, Daisy murió primero y Violet la siguió dos o cuatro días después.

Violetta
Otros casos famosos fueron los de Mademoiselle Gabrielle y Violetta.  Mademoiselle Gabrielle nació en Suiza en 1884 sin pies; su cuerpo acababa perfectamente bajo sus caderas, sin restos de apéndices vestigiales. Comenzó a exhibirse en la Exposición Universal de París de 1900 como The Half-Woman y su éxito acabó por llevarla hasta Estados Unidos. Era guapa, encantadora, elegante e independiente y acentuaba su belleza física con joyas y caros vestidos victorianos. Tuvo un enorme éxito entre los hombres y llegó a casarse hasta tres veces; al cambiar de apellido, su pista se perdió y se desconoce la fecha de su defunción.

Por su parte, Violetta (neé Aloisia Wagner) nació en 1906 en Alemania sin brazos ni piernas, ya que padecía el síndrome tetra-amelia. En 1924 salió de Alemania junto a su hermanastro y mánager y se estableció en Estados Unidos, donde desarrolló su carrera circense como maravilla humana. Podía moverse dando saltitos y manipular objetos con su boca, de manera que podía peinarse, vestirse, enhebrar una aguja y coser.

Como ya se ha señalado, el debate acerca de si era inmoral exhibir a personas con malformaciones genéticas comenzó a gestarse hacia finales del siglo XIX y ya hacia los años treinta del siglo pasado el público consideraba que eran indecentes; por lo que los freaks shows empezaron a centrarse en otro tipo de exhibiciones: espectáculos con animales entrenados, tragasables y tragafuegos, ventriloquia, travestismo, personas extravagantes (excesivamente tatuadas o con gran cantidad de piercings, gente con el pelo o las uñas largas, etc.)...

martes, 8 de septiembre de 2015

Valerie a týden divu

Valerie y su semana de las maravillas (1970) es una película del cineasta checo Jaromil Jireš, adscrito al movimiento de la Nueva Ola Checoslovaca surgido a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta; en lo que se considera la Edad de Oro del cine checoslovaco.

Se trata de un movimiento que surge, pues, entre el comienzo del declive de la hegemonía soviética y la Primavera de Praga; razón por la que en él se aprecia el descontento ideológico que marcó a esta generación de artistas. Bajo las técnicas del montaje vanguardista y apoyándose en el lenguaje surrealista, los cineastas de la Nueva Ola Checoslovaca conjugan la sátira y el humor negro con la crítica social, defendiendo la libertad de expresión.

La película está basada en la novela homónima de Vítězslav Nezval y su protagonista es una suerte de Caperucita o Alicia vanguardista que se mueve entre lo fantástico, el terror y lo onírico mientras el espectador asiste a su transición de niña a mujer. Todo ello aderezado con una magistral banda sonora a cargo de Luboš Fišer que ahonda y reitera el carácter onírico, fantástico y, en ocasiones fantasmagórico, de la película.

Su mezcla entre cuento de hadas y película de terror, así como la configuración de su heroína como personaje en transición hacia la adultez, se dejan sentir en la también película de culto En compañía de lobos (1984).

Valerie es una adolescente de trece años, edad real de la actriz que le da vida (Jaroslava Schallerová), que vive con su abuela y que apenas tiene referencias de sus padres. Habita un pueblo rural en un tiempo indeterminado entre la Edad Media y comienzos del siglo XX, donde la sociedad está estrictamente sometida por la religión; por lo que Valerie es temerosa de Dios, pero también observa con ávida curiosidad el mundo que la rodea y comienza a despertar de su letargo.

El largometraje comienza cuando al pueblo llegan, al mismo tiempo, una procesión religiosa y unos cómicos ambulantes por los que Valerie siente especial curiosidad. Entre estos últimos se encuentran un monstruo aterrador (un vampiro) y el misterioso Orlík, un joven que le roba sus pendientes para después devolvérselos.

En Valerie se establece una dialéctica constante entre pureza y obscenidad. Así, en su despertar sexual, Valerie es acosada por vampiros y misioneros religiosos de los que siempre suele rescatarla Orlík. Sin embargo, el propio muchacho trabaja para el vampiro por lo que la joven debe acercarse al monstruo para llegar hasta él. El interés del vampiro por Valerie es doble: no solo la desea por su condición de virgen sino que, más avanzada la trama, se descubre que la sangre de la muchacha permite que el vampiro pueda continuar viviendo.

Frente al deseo carnal de estos personajes depravados, está el amor idealizado entre Valerie y el misterioso Orlík, que siempre logra llegar hasta la muchacha a través de métodos poco convencionales como cartas enviadas mediante palomas mensajeras. Sin embargo, ya avanzada la trama y cuando el amor entre los dos adolescentes es inevitable, Valerie descubre que Orlík es su hermano. Por ello, y aunque se nos muestre algo velada, la película tiene algo de drama familiar en el juego de relaciones que Valerie establece con sus familiares (abuela, hermano y padres).

Valerie es una obra sumamente simbólica que prefiere regodearse en la sucesión de imágenes alegóricas antes que centrarse en el hilo argumental. Entre la multitud de símbolos y alegorías que desfilan y se reiteran ante los ojos del espectador, el más importante es el de la sangre que simboliza tanto el fin de la niñez de la protagonista como el ansia de juventud del vampiro y de los personajes mayores que la rodean. Otro motivo que se repite es el de los pendientes, símbolos de la sensualidad femenina. Además, durante todo el largometraje se insiste en vestir a Valerie de blanco (pureza), frente a los depravados que siempre aparecen vestidos en tonos oscuros.

El espacio adquiere especial significado en el largometraje, hasta el punto de que se erige casi como un personaje más. A través de su plasticidad, de sus colores suaves y de sus imposibles el paisaje guía el viaje onírico de Valerie. Se trata de un espacio bucólico, edénico, un locus amoenus alejado del mundo urbano. Por él, discurren personajes con ansias de gozar.


Otro de los aspectos más relevantes de Valerie es su componente provocativo, ya que la película trata sin anestesia el despertar sexual, la pedofilia, el incesto o las relaciones sexuales homosexuales, en un contexto en el que aún era un tema tabú.

Valerie es una obra inclasificable que oscila entre la película de terror y el cuento de hadas y que, sin ser una película erótica, contiene un componente sexual desbordante en algunas de sus escenas; en las que Jaromil Jireš muestra sin paliativos la desnudez femenina, incluyendo la de la protagonista, algo impensable en nuestra época ya que, recordemos, solo tiene trece años.

Valerie es, ante todo, un delirio visual perturbador.
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